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ReDes | Vol.1 No.1 | septiembre 2006 | 3-7
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CON PERMISO
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Breve Manual para la
Narración de Experiencias Innovadoras. |
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© Organización
de Estados Iberoamericanos
para la Educación,
la Ciencia y la Cultura
(OEI), 2003
Programa Innovaciones
en la Escuela Media
Bravo Murillo, 38
28015 Madrid, España
Tel.: (34) 91 594 43 82
Fax: (34) 91 594 32 86
http://www.oei.es/
oeimad@oei.es
Este texto puede ser reproducido parcial o totalmente siempre que se
haga constar explícitamente el nombre de la OEI y el
título del documento de donde se ha extraído.
Adaptado por
Alberto Domingo
Universidad de Alcalá
Departamento de Bioquímica
y Biología Molecular
alberto.domingo@uah.es
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Este manual ha sido escrito
para facilitar a los docentes y/o a los directores de instituciones
educativas la tarea de transmitir experiencias singulares que se hayan
llevado a cabo en las aulas o en las instituciones donde trabajan.
Pretendemos ayudar a que se conozca ese trabajo en el
que se puso ilusión y energía para dar solución a
un problema concreto de un modo diferente. Con ello permitiremos
también que aquellos que formaron parte de la experiencia
reciban el reconocimiento que merecen.
Sabemos que son muchos los que desean conocer esas
interesantes ideas que se llevaron a la práctica en algunos
centros educativos de modo experimental, y que gracias a un ilusionado
trabajo dieron sus frutos. Esas experiencias no merecen caer en el
olvido y perderse con la memoria de quienes las realizaron. Pensemos
que nuestra misión como docentes fue ponerlas en marcha, y que
ahora nos corresponde relatarlas para que otros puedan aprovecharlas.
La educación es una actividad dinámica, que necesita de
la renovación como fuente energética para poder seguir su
andadura hacia un futuro cada día mejor.
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¿Qué es una
experiencia innovadora?
¿Puede considerarse una experiencia innovadora
lo que nosotros hicimos?
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La primera pregunta que se habrán formulado es
qué significa “experiencia innovadora”, ya que quizá a lo
largo de su vida como docentes hayan realizado algunas propuestas
singulares o diferentes en materia educativa y ahora desean saber si
pueden considerarse como tal.
La amplitud de propuestas que podrían encajar en
este enunciado nos invita a desmenuzar las características de lo
que estamos dispuestos a considerar como “experiencia innovadora” en el
ámbito de la educación, y comenzar por señalar los
aspectos más importantes que nos llevarán a una
comprensión más clara del concepto “innovador”.
Uno de los aspectos que nos gustaría resaltar es
el de oposición, o, si lo prefieren, el de ruptura. Para innovar
hay que cambiar algo y si creemos que algo debe ser cambiado es porque
ya no funciona como debería, es decir, no se obtienen los
resultados deseados. ¿Quién es el autor de esta
reflexión? Por lo general un docente, pero puede tratarse
también de alguien que tenga otras responsabilidades,
además de la docencia. Veamos las características de ese
promotor del cambio:
-
Un docente que decide cambiar una práctica
habitual que no funciona y que introduce modificaciones que promueven
un trabajo de aula diferente. A veces la eliminación de una
práctica es una innovación en la actividad. Este tipo de
propuesta es por lo general imaginativa, está vinculada a un
trabajo directo con los/as alumnos/as y de su puesta en marcha es
frecuente obtener un beneficio o resultado visible a corto plazo.
-
Un docente con responsabilidad sobre otros docentes (jefe de
departamento, de área o de nivel educativo) que promueve cambios en
todo un sector de la institución. Se trata de un proyecto educativo
orientado a transformar la enseñanza de una materia o de un nivel
educativo, generando nuevas acciones o métodos para conseguir los fines
propuestos. Para realizar este tipo de experiencias es imprescindible
una buena dosis de organización y de gestión.
- El responsable de una institución que se anima a promover cambios en
actitudes, en organización y en métodos, y que decide establecer
contactos con otras instituciones, siendo consciente de que un proyecto
institucional puede estar estrechamente ligado a las obligaciones
dictadas por la Administración y que este hecho puede dificultar la
obtención de resultados evidentes a corto plazo
Aun con estos inconvenientes se obtienen experiencias
innovadoras. De lo que no cabe duda es de la importancia que tiene el
apoyo del equipo directivo en el éxito de las innovaciones que
los docentes propongan.
Entre los rasgos que podrían calificar
como innovadora a una iniciativa destacamos:
-
La originalidad,
característica ligada a muchos docentes a la hora de afrontar
sus tareas y de resolver las situaciones que se les presentan.
-
La especificidad, ya que se ha detectado algo que es necesario cambiar
y que, por lo general, sucede ante una situación concreta que requiere
una solución adecuada e imaginativa.
-
La descentralización, puesto que se trata de un trabajo que no siempre
está vinculado a un sistema educativo sino que surge de abajo,
generándose un sistema propio y singular para la resolución de un
problema.
-
La autonomía, dado que el problema se debe resolver con los recursos
disponibles o con aquellos que de modo independiente consiga la
institución educativa, sin esperar a que la Administración resuelva la
situación con dotaciones extraordinarias.
- La investigación, puesto que el docente o los docentes que han
detectado la necesidad del cambio tratan de darle solución, promoviendo
un trabajo investigador que les lleva a recabar información y ayuda
para resolver sus dudas.
-
La iniciativa tratará de dar respuesta a los
problemas que se hayan detectado; por lo tanto, el trabajo
partirá de un análisis de la realidad. En este proceso
analítico se constatará que los procedimientos que
habitualmente se habían puesto en marcha ya no funcionan, por lo
que concebiremos una nueva idea y la pondremos en marcha. La tarea no
es pequeña, porque dicha puesta en marcha ha de estar engarzada
en el diseño curricular del centro en el nivel educativo y/o en
la disciplina o materia a impartir. Por lo tanto, la experiencia
también deberá contribuir a lograr el cumplimiento de los
objetivos generales del currículo.
Reiteramos que una experiencia innovadora generalmente
está promovida por uno o varios docentes que poseen un gran
conocimiento de su materia de forma que les facilitará acometer
un cambio. Tal cambio debe generar interés por parte de los
demás docentes y de los alumnos, que han de vincularse de modo
activo a la experiencia, por lo que es conveniente realizar un trabajo
de persuasión o de seducción sobre la conveniencia de
poner en marcha el proyecto. También se debe insistir en las
necesidades de los alumnos y en su problemática, de modo que
perciban que las novedades que se van a introducir se adaptan a lo
requerido. Conviene que la iniciativa les atraiga con actividades
placenteras, que transmitan los conocimientos de un modo lúdico
o de su interés (deporte, música, etc.), o bien
aproximándonos a su problemática (tácticas para la
resolución de conflictos, conveniencia en la asunción de
riesgos, toma de decisiones, elementos que favorezcan su acceso al
mercado laboral, a su autonomía, etc.).
Una experiencia innovadora debe contar con la
opinión del resto de los colegas, y antes de iniciarla se han de
contrastar los pareceres de modo que del debate resulte un
enriquecimiento de la idea y un fortalecimiento de la misma gracias al
consenso. También debe ser compartida con los estudiantes, que
apreciarán el interés que se tiene por su
educación y por la mejora de la misma. Igualmente,
debería ser compartida con las familias, de modo que los padres
se corresponsabilicen de la educación y del futuro de sus hijos.
Una de las tareas más complejas es la de
intentar clasificar los tipos de iniciativas que se pueden emprender, y
que alcanzamos a calificar como innovadoras. La creatividad educativa
no tiene límites, y al intentar categorizarla tememos que dejar
fuera algunos aspectos que tendrían que ser comtemplados. Aun
así nos vamos a arriesgar a exponer una propuesta
tipológica de experiencias innovadoras con el fin de aportar
algunas ideas.
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Iniciativas generadas por los docentes en su trabajo directo con el alumnado
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Cambio de método docente: partiendo de un tema, proyectos interdisciplinares, etc.
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Cambio de prácticas docentes,
recordando que la eliminación de una práctica habitual
puede considerarse como una innovación en algunos contextos:
fomentar la participación activa del alumnado, establecer una
vinculación directa con la aplicación del conocimiento,
simulación de situaciones reales, educación para el
trabajo, etc.
-
Cambio en los procedimientos educativos: trabajo en grupo, trabajo colaborativo con alumnos más avanzados que ayudan a sus compañeros, etc.
-
Cambio en las actividades: trabajo con otras instituciones, con empresas, con ONGs, con agrupaciones, sindicatos, partidos políticos, etc.
-
Cambio de espacios:
trabajo de aula viva en la naturaleza, en la empresa, en el museo, en
la biblioteca, etc.
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Si el promotor es la institución, las
experiencias innovadoras son de otra naturaleza y podemos agruparlas de
esta manera:
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Nuevas acciones, además de las habituales en la
institución, también llamadas actividades extraescolares,
que pueden ser lúdicas (como espectáculos, teatro,
funciones, etc.), o bien de formación de padres. Este tipo de
experiencias fomenta el trabajo en grupo y el sentido de
responsabilidad, y fortalece los lazos de la comunidad educativa.
-
Nuevas producciones, creación de redes de
instituciones educativas, colaboración con otras instituciones
para temas comunes, etc.
-
Nuevos contactos y vinculación con empresas,
museos, bibliotecas, ONGs, asociaciones, partidos políticos,
sindicatos, etc.
Los objetivos de cada experiencia, por lo general,
están en consonancia con el problema o los problemas detectados,
y el primero de todos es tratar de darles una solución. Sin
embargo, podemos señalar una serie de objetivos que pueden
caracterizar a una experiencia innovadora:
-
Promover la capacidad del alumno/a para que adquiera poco a poco el sentido de la responsabilidad.
-
Fomentar en el alumno/a la toma de decisiones de manera autónoma.
-
Contribuir a que el alumno/a conozca el medio en el que se desenvuelve.
-
Contribuir a la compresión del mundo del trabajo.
-
Contribuir a la autoformación de los alumnos/as.
-
Mejorar el compromiso creciente de los padres en la educación.
-
Incrementar la vinculación de la institución educativa con la comunidad.
Terminada la experiencia, su promotor, superada la sensación que
produce culminar un proceso en el que se ha invertido mucha
energía e ilusión, en el que se ha apostado y arriesgado,
procede al análisis de la misma. Es el momento de la
evaluación final. Es la hora de revisar la teoría que se
puso en marcha y de considerar la práctica y su resultado a
partir de un análisis crítico que lleve a corregir los
aspectos más débiles del proyecto. Una buena experiencia
debe realizar una evaluación continua, es decir, desde el inicio
de su andadura debe revisar cada paso que se da, puesto que si en las
primeras fases no se consiguen los resultados esperados es preciso
introducir las modificaciones pertinentes, de modo que la experiencia
llegue a buen fin.
Se examina ante todo el grado de cumplimiento de los objetivos
propuestos de aquellos que se quisieron conseguir mediante el trabajo
de acción directa con el alumnado, pero también se
consideran los cambios que la experiencia ha producido en otros
niveles. Por ejemplo, en la institución educativa en la que
debido al trabajo puesto en común y al contraste de opiniones
con el resto de los docentes, se ha promovido la reflexión, el
diálogo, el análisis crítico. También puede
haber contribuido a generar una actitud investigadora o a la
revisión de las estructuras de organización dentro de la
institución.
Una vez realizada, el promotor de la iniciativa se siente orgulloso de
haberla puesto en marcha y de los logros alcanzados, y procede a
difundirla y a buscar su transcendencia a fin de que no quede
circunscrita al beneficio de los alumnos/as que la llevaron a cabo,
sino que sea susceptible de poder aplicarse en otros contextos. Esa
difusión contribuirá al reconocimiento profesional de los
alumnos/as –como estudiantes que consiguieron su promoción o su
acceso al mundo laboral–, así como a su reconocimiento personal,
ya que se sentirán satisfechos de haber formado parte y de haber
contribuido activamente a que la experiencia tuviese éxito.
Hasta aquí se han expuesto los rasgos que caracterizan una
acción innovadora según nuestra consideración. No
obstante, es probable que la experiencia que ustedes han efectuado no
se ajuste al esquema presentado, pero sí que resultó
innovadora. Puede que sólo se atenga a algunas de las
características señaladas, pero no por ello deja de
merecer la pena ser relatada.
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¿Por qué debo
relatar la experiencia?
¿Para qué sirve documentar?
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Una de las tareas que menos atraen al profesorado es la
de documentar y la de relatar aquello que ha llevado a cabo. La
práctica docente se ve recompensada por la satisfacción
de constatar el progreso en los estudiantes, y dicha
satisfacción se completa con el intercambio verbal,
momentáneo, de esos logros con otros colegas. No obstante, cada
año realizamos programas didácticos específicos, a
veces informes intermedios, y, por supuesto, un informe final de cada
curso académico. La mayoría de los docentes los hacen con
desgana y con mucho menos interés de lo que se llevan a la
práctica. Relatar la experiencia singular que hoy nos ocupa no
es obligatorio; sin embargo, creemos que existen motivos convincentes
por los que debemos hacerlo.
En primer lugar, el relato de nuestra
experiencia es un deber con nosotros mismos, porque merecemos que se
conozca y se reconozca la puesta en marcha de una idea y de los
resultados obtenidos. Es un deber con los estudiantes que participaron
en ella, porque se sentirán tanto o más orgullosos de
haberla realizado. Es un deber con la institución educativa, que
contará con un elemento más en su archivo
histórico, que facilitará la tarea de elaborar un
día el relato de su andadura educativa. Y es un deber en
relación con otros docentes y con otras instituciones
educativas, porque el resultado obtenido es el fruto del árbol
que alimenta a una sola persona, y la difusión (el relato) es la
semilla que puede generar otros árboles fructíferos que
contribuyan a iniciar un efecto multiplicador imprescindible en la
progresión educativa.
Pensemos que con nuestro relato ayudaremos a cumplir uno de los
principales objetivos de la docencia, que es la constatación del
placer y del esfuerzo implícitos en la tarea de enseñar,
así como el placer y el esfuerzo que requiere el aprender.
Seamos conscientes de que la narración de nuestra experiencia
puede favorecer el desarrollo personal de otros docentes
enseñando a enseñar, demostrando cómo con la
práctica aprendemos a enseñar, con el deseo de hacerlo
cada día mejor. Con ello también aportamos nuestro grano
de arena a la evaluación de la práctica docente.
El relato se debe completar con los documentos que se han ido generando
a lo largo de la experiencia, como son la bibliografía
utilizada, los materiales empleados y los creados, así como
imágenes (filmaciones, fotografías) del proceso.
Ésta y otra documentación, como puede ser la
presentación del proyecto, los borradores, las modificaciones
realizadas en ella, el informe final, etc., son la base, los pilares
sobre los que construiremos el relato de la experiencia.
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¿Qué es lo que interesa
a los demás de lo que hemos realizado?
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La narración es el aspecto fundamental de la
memoria de la experiencia, y ha de ser concisa, clara y coherente a fin
de facilitar la comprensión de los lectores, que por lo general
serán otros docentes. Es importante que vaya acompañada
de los documentos utilizados y generados, pues todo ello
constituirá la historia de la experiencia.
Además de lo que podríamos denominar una “ficha
básica”, en la que han de constar los datos de la
institución, de los autores, de los participantes y otros que
sirvan para identificar la experiencia (fechas, duración, etc.),
hemos de proporcionar un dato importante, que es la denominación
de la experiencia. Pensemos por un momento en lo significativo que es
darle un nombre propio, es decir, apropiarnos de ella, hacerla nuestra
y dotarla de concreción y de singularidad.
El relato debe estar bien estructurado y ser coherente, a fin de lograr
que los lectores comprendan las ideas pedagógicas puestas en
marcha con la profundidad necesaria. Por tanto, procede que se realice
siguiendo el siguiente orden secuencial:
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Interesa
la gestación
de la experiencia
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Se debe comenzar exponiendo la
idea que propició el cambio que se llevó a cabo, y la
reflexión de por qué fue esa idea y no otra.
También puede interesar la explicación de los
antecedentes de esta experiencia, si es que los conocemos, y el modo
por el que accedimos a ellos.
Para expresarlo con más claridad, conviene exponer el
razonamiento de esa oposición inicial de la que partió la
idea a la que hacíamos referencia al inicio de esta guía.
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Interesa
la planificación
de la experiencia
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Piensen a la hora de relatar que muchos de sus lectores
habrán tenido ideas parecidas en situaciones semejantes, pero
que por diversas razones no pudieron llevarlas a la práctica.
Por ello es tan importante la narración del proceso de
planificación.
En este apartado no debemos ocultar las dificultades iniciales, sino
explicar cómo se superaron. Es importante señalar
cómo se consiguió que en el grupo de docentes que
debían dar su consenso para llevar a cabo la iniciativa no
prevaleciese el punto de vista pesimista que promueve opiniones como
“eso tampoco funcionará”, “nos va a dar mucho trabajo para
nada”, etc. También se debe mencionar la manera en la que se
incorporaron aspectos críticos que mejoraron la propuesta
inicial gracias al debate surgido, cómo llegamos al consenso,
etc.
En cuanto al acercamiento al mundo de los estudiantes, hay que
señalar si se realizó ante ellos una exposición
previa de lo que se iba a realizar. Si los alumnos pudieron intervenir
con sus opiniones, si demostraron interés o indiferencia.
Cómo buscamos y si conseguimos articular un lenguaje
común (entre los docentes, entre docentes y estudiantes, entre
docentes e institución educativa, etc.) que nos permitiera
avanzar en la experiencia sabiendo hacia dónde
pretendíamos encaminarnos.
El consenso nos lleva a la identificación de los objetivos de la
experiencia. Puede que en este sentido se reabriese el debate con el
dilema entre lo posible y lo deseable. Por tanto, hemos de relatar
cómo conseguimos ceñir los objetivos que podíamos
alcanzar con los medios disponibles.
Por fin llegamos a la filosofía del proyecto. Cómo
logramos que se comprendiera el proyecto, estableciendo un programa de
trabajo real, un reparto equitativo y apropiado de las tareas y un
compromiso de realización de las mismas.
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Interesa
saber cómo
se llevó a cabo
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Esta es la parte más importante del relato, en la
que el narrador se siente más seguro puesto que constituye la
materialización de un anhelo. La experiencia ha sido realizada y
la recordamos paso a paso; no queremos olvidar nada de lo que
aconteció y puede que nos excedamos en la extensión de la
narración. Seamos concretos y no olvidemos nada de lo que fue
relevante.
En este apartado tampoco hemos de eludir la
narración de las dificultades de la puesta en marcha, si las
hubo, porque no haríamos justicia al desarrollo completo de la
experiencia. A veces lo de mayor interés para los demás
es saber el modo en el que se han superado los obstáculos
iniciales, los inesperados, o los que surgen a lo largo del proyecto.
El punto a destacar es, sin duda, el relativo a los
aspectos pedagógicos que se aplicaron; son estos aspectos los
que deben ser relatados con profundidad, a fin de facilitar la
comprensión de la experiencia. No estamos aconsejando que la
narración sea muy larga, sino que no se olvide lo significativo
del proceso activo del cambio. Relatar aquello que habíamos
decidido realizar y que ahora hemos puesto en marcha y cómo lo
hemos llevado a cabo, con otra metodología, otras
prácticas, otros procedimientos, otras actividades, otros
ambientes, etcétera.
No se debe olvidar, si procede, el acento que se ha
puesto para reforzar algunos temas claves relacionados con la
formación para el empleo, como puede ser la contribución
a:
-
La transferencia de responsabilidad al estudiante.
-
La educación en valores.
-
El proceso de autoformación.
-
La transmisión de conocimientos prácticos.
Del mismo modo, es conveniente mencionar la
evolución de la actitud de los alumnos/ as conforme avanza la
realización de la experiencia. Si se percibió entusiasmo,
interés o indiferencia.
Otras indicaciones que no deben faltar en el relato son
los recursos didácticos empleados, los espacios utilizados, y,
por supuesto, las anécdotas (que seguro que las hubo y que
pueden alegrar la redacción y con ello la lectura de la
narración).
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Interesan
los resultados
y los logros obtenidos
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En primer lugar hemos de
valorar el grado de consecución de los objetivos que nos
habíamos propuesto. Es posible que se hayan cumplido sólo
parcialmente, pero también lo es que hayamos logrado otros que
no habíamos previsto. Es necesario hacer mención de todo
tipo de resultados.
Proponemos hacer un repaso de los siguientes puntos, a
fin de facilitar el relato de lo que conseguimos con la experiencia
innovadora:
Mejoras de los estudiantes que intervinieron en la experiencia
Aumento de competencias, destrezas, habilidades, valores, etc.
Fomento del aprendizaje autónomo, de la
comprensión crítica del entorno, de la toma de decisiones
responsables, etc
Facilitación de la inserción laboral.
Desarrollo personal: incremento de la autoestima, eliminación de estereotipos, prejuicios, etc.
Mejoras de los docentes
Aumento de su reconocimiento social.
Innovación y mejora de sus formas de trabajo.
Incremento de la autoestima profesional.
Mejoras en la institución
Fomento de la filosofía de la innovación.
Interconexión con el entorno social, especialmente el laboral.
Dotación de recursos externos.
Mejoras en la comunidad educativa
Implicación activa de los padres.
Promoción del interés por las actividades escolares.
Acercamiento de la escuela a la empresa.
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Interesa
que se destaque
por qué mereció la pena realizar la experiencia (evaluación)
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En este punto hemos de identificar aquello que
ahora nos resulte más importante de la experiencia, así
como señalar las sugerencias que permitirán mejorarla.
Será de gran importancia indicar lo que cambiaríamos si
comenzáramos de nuevo. Estos son los llamados puntos de mejora,
que pueden señalarse tanto en la planificación (lo que no
tuvimos en cuenta o lo que no fue realista), como en el desarrollo o
incluso en la documentación que a la hora de relatar y mostrar a
los demás consideramos insuficiente.
En el caso de que se haya realizado una evaluación externa (por
ejemplo, que otros docentes o inspectores hayan visitado la
institución en pleno proceso de realización de la
experiencia y hayan procedido a examinar el proyecto), se han de
señalar los aspectos que les parecieron innovadores y los puntos
que destacaron.
También es importante que ustedes den su opinión sobre si
la experiencia se puede volver a realizar o si se considera que es
irrepetible debido a las especiales condiciones en las que se
realizó (recursos disponibles, etc.). En tal sentido se debe
procurar que la redacción del relato sea lo más objetiva
posible, no transmitiendo una visión sobredimensionada que
retraiga a los demás de intentarlo al no considerarse capaces de
alcanzar ese grado de excelencia. Pero puede suceder lo contrario; si
del relato se desprende que no hubo dificultades ni obstáculos
que superar, es posible que otros docentes consideren que la
experiencia es fácil de transferir, con lo que también
faltaríamos a la representación de lo realmente
acontecido.
Llegados a este punto, interesa que desde su posición de
expertos en “su proyecto” opinen sobre la transferibilidad del mismo,
es decir, sobre si creen que esa experiencia podría llevarse a
cabo en otra institución educativa. En su caso, debe indicarnos
tanto los puntos en los que se apoya su afirmación como aquellos
que le han llevado a opinar lo contrario.
En el supuesto de que otra institución educativa decida aplicar
la experiencia pues considera que tiene unas condiciones semejantes a
las que existían al gestar y planificar la suya y le pida
consejo, lo mejor que puede hacer es señalar las tres
condiciones indispensables para que la experiencia pueda ser repetida.
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Nota
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Deseamos que este breve manual haya resuelto alguna de
sus dudas sobre experiencias educativas innovadoras, y que haya
contribuido a animarles a narrar la que ya han realizado. Estos fueron
los motivos que nos indujeron a escribirla.
Nuestro agradecimiento a Marta Libedinsky por la
claridad con la que expresó sus ideas y la recopilación
de datos que ofrece en su libro "La innovación en la
enseñanza. Diseño y documentación de experiencias
de aula" (Paidós, 2001), del que han salido algunas de las
propuestas que han sido expuestas. Se recomienda su lectura a aquellos
que deseen profundizar en el tema.
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ReDes | Vol.1 No.1 | septiembre 2006 | 3-7
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